Fiel a estas raíces, Joaquim Coll ayer nos lo explicó todo sobre Mas y el cuento de las pensiones. Resumen: en caso de secesión unilateral las pensiones no se cobrarían. Eso es cierto -o por lo menos un argumento plausible- si la secesión unilateral se puede hacer efectiva. ¿Se puede? No. El mismo Coll había declarado el día anterior que una secesión unilateral es virtualmente imposible.
Que una secesión unilateral de Cataluña no es posible es evidente. Que Mas está viviendo en el país del unicornio, también. Hay que criticarlo por ello. Lo que no hace falta es aceptar el país del unicornio como real para sacar de esta irrealidad unas conclusiones, que en consecuencia también serían irreales.
Un día Coll dice una cosa, el día siguiente dice otra. ¿Por qué? Volvamos al principio, en tiempos convulsos un socialista se pone del lado del Estado, y los derechos y el individuo no importan. Estos días lo que importa es hacerlos mucho miedo a los pensionistas catalanes, no fuera el caso que voten independencia. Al mantra del unicornio de Mas se opone el mantra del miedo de todo quien se precie como buen patriota español. Y Coll es un
Lo que Coll no es, porque no puede serlo en tiempos convulsos (ver arriba), es lo que debería ser si por una vez se impusiera a esa nefasta tradición socialista europea: un socialista. Un socialista de verdad defendería a los pensionistas. Un socialista de verdad diría que hay dos posibles vías a la independencia: la secesión unilateral, que no se puede hacer efectiva y por eso no es ninguna amenaza para las pensiones, y la secesión acordada. Veamos esta última.
En caso de secesión acordada las pensiones estarían seguras porque esto sería uno de los objetivos de las negociaciones. Alguien las pagaría, fuera el estado en el que se ha ganado este derecho (España), o bien de manera subsidiaria el nuevo estado, Cataluña.
El único riesgo posible es que los estados partes de la negociación sobre una secesión acordada no cumpliesen con una de sus obligaciones más básicas. Es un tema del que se puede hablar. Joaquim Coll prefiere hablar de otro, de los riesgos de una secesión unilateral que nunca se dará. Coll prefiere hablar de algo irreal. Igual que Mas. Aparte de la falta de coherencia de Coll, yo sólo veo una diferencia entre Mas y Coll: el mantra del unicornio me provoca rechazo, el mantra del miedo, vómitos.
A Joaquim Coll no le preocupan las pensiones. A Joaquim Coll le preocupa la unidad de España, y las pensiones le sirven de argumento, y los pensionistas de carne de cañón.
Mi respeto (ya perdido) por Joaquim Coll era por su capacidad de análisis. Sus opiniones son otra cosa, me podrían (y podían) provocar satisfacción, pero esto es otro concepto. Ahora no cabe ni el primero ni el segundo. Joaquim Coll se ha hecho propagandista en la peor tradición del socialismo democrático europeo. Ya no tiene ni opinión, lo único que quiere tener son votos, da igual cómo.